Escenas de Tailandia

Si un día lo terminas en el Moon Bar, situado en el piso 61 de uno de los hoteles  más lujosos de Bangkok, se puede considerar un éxito, un gran día, pero mucho más tras lo vivido durante las 12 horas previas. Una carrera contrarreloj, contra los elementos, contra la lógica, pero a favor de la aventura, la improvisación, el buen humor, la diversión y el disfrute.

Todo comenzó temprano, no tanto como debería, pero si lo suficiente para comenzar con ritmo. Era un día de los llamados estrella y a la vez de los considerados “etapa de alta montaña”, por la intensidad y la duración del mismo. Los medios de transporte empleados serían, por orden cronológico: BTS, pie, tren regional, barcaza, furgoneta, lancha motora, furgoneta, BTS. Lo que parece agotador sobre el papel, se convirtió en una carrera de fondo, una lucha contra lo planificado.

Los objetivos del día

Nuestro gran objetivo era visitar el mercado de Maeklong a bordo del tren que llega al mercado 4 veces al día, pero esto se convirtió en un imposible. Los horarios, la mala suerte, el desconcierto y la aventura, no nos permitieron hacerlo, pero nadie dijo que fuese fácil ni que no hubiera planes alternativos. A Maeklong llegamos y el mercado lo conocimos, sólo faltó el tren, pero hubo mucho más que lo sustituyó.

Maeklong

Maeklong

El siguiente objetivo era visitar el mercado flotante de Amphawa, reto que sí conseguimos. Disfrutamos de un precioso paseo en lancha motora por sus canales, degustamos su deliciosa comida y nos integramos en su intenso ambiente.

Y el último objetivo era subir al Moon Bar y disfrutar de una merecida copa en las alturas de Bangkok. Esto también lo conseguimos, por lo que el balance final fue muy positivo, sobre todo tras poder vivir esta intensa aventura con un grupo de amigos que hicieron que todas las decisiones fueran mucho más fáciles.

El reto de llegar a Maeklong

Comenzamos tomando el BTS hasta Wongwian Yai, hasta ahí todo bien y rápido, pero aquí comenzaron las dificultades, debíamos buscar la estación de tren de Wongwian Yai RS (สถานีรถไฟวงเวียนใหญ่) para dirigirnos hacia Maha Chai, donde cogeríamos el barco hacia Ban Laem.

Wongwian Yai RS

Wongwian Yai RS

Aquí el señor google, el desconcierto y las prisas nos jugaron una mala pasada. Tardamos más de 25 minutos en encontrar la estación de tren, por la cual habíamos pasado por la puerta 15 minutos antes. Fue de las situaciones más divertidas y surrealistas de Tailandia, paseábamos por calles donde no habían visto un turista ni en foto, la gente nos señalaba, se reían e intentaban ayudarnos, pero sin éxito. Nada de inglés, sólo thai. Fue divertido las 3 primeras veces que preguntamos, luego empezó a frustrarnos y el tiempo seguía corriendo… no llegaríamos a tiempo a Ban Laem para cruzar el río y coger el tren hacia Maeklong.

Finalmente, un ángel en forma de chica joven tailandesa, nos ayudó y nos llevó callejeando hasta la estación de tren. Podíamos haber estado horas dando vueltas sin haber dado con el sitio. Lo primero que advertimos es que el siguiente tren saldría en 1 hora, por lo que se complicaba en exceso llegar a Maha Chai con tiempo suficiente para cruzar el río y llegar a Ban Laem… lo segundo fue que habíamos pasado por la puerta principal minutos antes y lo tercero que esa hora de espera sería muy entretenido porque éramos la “atracción” del pueblo.

Nuestro tren se aproximaba, era viejo, de segunda, última y única clase, con ventiladores en el techo y con un trayecto de mil paradas, aun así era lo suficientemente cómodo para que algunos dieran una cabezada de 40 minutos. Yo seguía dándole vueltas a cómo parar el tiempo y poder coger el tren de las 13:30 hacia Maeklong, pero estaba claro que el tiempo ni se puede parar ni el ritmo de los tailandeses es el nuestro. Así que el tren llegó con retraso y el reloj ya marcaba las 13:30, era casi un imposible, salimos corriendo de la estación y nos dirigimos hacia el embarcadero para cruzar el río… lo conseguimos tras 5 minutos de espera a que se montaran 20 motos junto con nosotros. Cruzamos el río y seguimos las precisas indicaciones que JD da en su fantástico blog de Viajar, comer y amar, nuestra gran referencia para este día.

Barca_hacia_BanLaem

A pesar de esforzarnos en llegar a las 13:45 por si acaso el tren no había salido, nos encontramos con que los horarios habían cambiado y el último tren con destino Maeklong había salido a las 12:00 por lo que ni cumpliendo nuestro horario inicial lo habríamos conseguido. Así que algo defraudados, intentamos hablar con el hombrecillo de la estación, sin demasiado éxito, porque de inglés nada, sin embargo era voluntarioso, tanto que nos escribió en thai el nombre de Maeklong y nos grabó como se decía.

Era momento de tomar decisiones e intentamos ver la forma de llegar hasta Maeklong en otro medio de transporte, pero en Ban Laem no había taxis, ni buses, ni nada que se le parecería, sólo su buena gente, un colegio y una perdida estación de tren. Así que volvimos a cruzar el río y buscar alguna furgoneta que nos pudiera llevar, teniendo la gran suerte de encontrar una al lado del embarcadero.

Tren_Estacion_Maeklong

Tren_Estacion_Maeklong

Al fin llegamos a Maeklong, buscamos el mercado, pero no había rastro del tren (el último salía a las 16:00, lo que nos impediría ir a Amphawa y volver a tiempo a Bangkok), no era el día para verlo, así que nos contentamos con disfrutar de su ambiente, de comer en un sitio espectacular (bueno y barato) y de sentir la magia de un lugar que me debe una y que sé que volveré algún día.

Mercado de Maeklong

Realmente, visitar el mercado de Maeklong sin ver el tren atravesar las vías y desmontar los puestos, puede no merecer tanto la pena, aunque la aventura que supone llegar hasta allí te recompensa el esfuerzo y te alimenta el espíritu… lo increíble debe ser llegar allí en el tren o verlo pasar.

Hacia el mercado flotante de Amphawa

Llegaba el momento de ir hacia el segundo mercado del día, el flotante de Amphawa. Para llegar hasta allí volvimos a seguir los consejos de JD que nos comentaba “sal de la estación hacia la derecha y a 3 calles junto a un 7/11 las encontrarás.” Efectivamente allí estaba la furgoneta, que nos llevó hacia Amphawa en apenas 15 minutos.

Escenas de Amphawa

Escenas de Amphawa

Aquí supe que el día iba a cambiar, que todo comenzaría a salir bien y así fue. El mercado flotante de Amphawa es un sitio de película, de los que hay que visitar, es cierto que hay mucha gente (por momentos agobiante al pasar sus estrechas callejuelas), pero no todos los días se ve, se huele, se siente y se come en un sitio así. Lo primero que hicimos fue buscar una lancha/barca para poder dar un paseo por todo el mercado.

El grupo en Amphawa

El grupo en Amphawa

Al ser un grupo grande, alquilamos una para nosotros solos por unos 600 Baths. El viaje es de 1 hora y es circular por todo el mercado y sus alrededores. Se pueden ver las casas de la zona, otros restaurantes junto al mar, mucha vegetación y sentir el contacto con la naturaleza, salir del intenso Bangkok. Merece mucho la pena y es obligatorio en una visita a Amphawa.

Engatusados por los olores y colores, decidimos que era momento de dar buena cuenta de algunos alimentos y un calamar y unas gambas fueron los elegidos. No defraudaron, estaban hechos a la parrilla y su delicioso sabor, estaban acordes a su olor.

Luego, seguimos paseando por el mercado hasta el atardecer, sabiendo que nuestra hora límite eran las 20:30, horario de salida de la última furgoneta hacia Bangkok. Dejamos Amphawa iluminada, preciosa, con sus luceros, su ambiente, su mercado, su gente, es un lugar con encanto, para volver de noche y disfrutar.

Atardecer en Amphawa

Atardecer en Amphawa

Encontramos la furgoneta hacia Bangkok y en unos 75 minutos llegamos al estrés de la capital. De ahí cogimos el BTS y hacia el hotel. Allí tendríamos esperándonos a la última y esperada incorporación del viaje. Entre abrazos, emoción y cansancio, decidí que era una noche especial para darnos un lujo.

Aconsejé vestimenta algo más arreglada que el traje de paseo habitual. Aparecieron los pantalones largos, alguna camisa en los chicos y vestidos entre las chicas. Estábamos preparados para llegar a la luna, pero como antes de cualquier gran viaje era necesario alimentarse, así que nos dimos un pequeño homenaje gastronómico en la zona de Silom.

La luna de Bangkok

Y, aunque cansados, por el largo de días de trenes, mercados, barcas, furgonetas, BTS, llegaba el broche final del día: el Moon Bar, situado en la planta 61 del hotel Banyan Tree.

Un lugar que te deja impresionado desde el momento que llegas. Nunca olvidaré ese momento de sentirte en el cielo de Bangkok, todo oscurecido, pero iluminado, brillante, pero tenue. Una cámara no es capaz de captar lo que uno ve y siente al salir del ascensor y llegar a esa terraza. Tardas unos minutos en reaccionar y asumir lo que estás viendo, donde estás y lo mejor, con quién estas.

Bangkok desde el Moon Bar

Bangkok desde el Moon Bar

Tras ese largo día y con las 0:30 marcando el reloj decidimos tomar una copa para celebrarlo y disfrutar del lugar. Ese Jack Daniels ‘on the rocks’ fue de los que saben a gloria. Realmente, fue como estar en la luna de Bangkok, flotando, sintiendo que los grandes días se cierran como se merecen.