Postales desde El Cairo

Una ciudad que te genera sensaciones, que no te deja indiferente, un caos controlado, ruidoso y silencioso, una luz oscura, un oxímoron constante, una belleza inmortal. Así es El Cairo y así lo sentimos en nuestros tres días en la ciudad.

Quizás no sea la ciudad idónea para vivir, pero sí que es de obligada visita para ver que la realidad supera a la ficción, que el encanto muchas veces no está en todo lo que se tiene, sino en todo lo que significa.

Tras un primer día en las Pirámides de Guiza y Dashur, llegaba el momento de dedicar un día completo a la capital egipcia. Nos decidimos por visitar los puntos fundamentales de la ciudad, con algunas pinceladas especiales.

Comenzamos en el museo de las antigüedades egipcias, conocido popularmente como Museo Egipcio. Situado junto a la plaza Tahir, es lugar imprescindible en cualquier visita a la ciudad. Nada más llegar destaca su excelente cuidado de jardines y su bonita fachada, luego en el interior se nota más desorden.

Museo_Egipcio_El_Cairo

Museo_Egipcio_El_Cairo

No es posible fotografiar en el interior, así que dejamos las cámaras en la consigna situada junto a las taquillas. Antes de entrar, varios guías intentarán (por poco dinero) acompañaros y explicaros las principales piezas del museo. Es un museo enorme, más de 140.000 piezas, pero esa decisión de elegir guía siempre es muy personal y nosotros preferimos ser independientes y realizar una visita de 2-3 horas a nuestro ritmo.

El museo está dividido por imperios y siglos, por lo que es importante elegir el orden, para avanzar cronológicamente y poder seguir el avance de los años asociado con el arte. En la planta baja podremos ver cientos de piezas de todos los imperios, destacando sarcófagos y esculturas de todo tipo. En la parte superior, la zona dedicada a Tutankhamon lo preside todo, porque lo merece, están todos los elementos que fueron encontrados en su tumba. Incluso podrás ver cómo era, ya que las máscaras y su sarcófago se conservan en perfecto estado. Podréis encontrar más información sobre el museo aquí.

Tras 3 horas intensas de aprendizaje, reconocimiento y visión de la cultura egipcia, llegaba el momento de buscar su parte más histórico y religiosa. El destino: la Ciudadela de Saladino. Para llegar hasta allí, decidimos caminar un poco para alejarnos de la Plaza Tahir y su habitual tráfico. A unos 100 metros empezamos la búsqueda de taxi. El primero que cogimos resultó que no tenía claro dónde llevarnos y nos tuvimos que bajar a medio camino porque vimos que jamás llegaríamos (aquí resulta fundamental llevar un gps o un buen plano de la ciudad para saber por dónde os lleva el taxi). Al segundo intento, si que conseguimos llegar a la ciudadela. Pasamos el control de seguridad y compramos las entradas de acceso al recinto, 50 LE.

Mezquita de Alabastro - Ciudadela - El Cairo

Mezquita de Alabastro – Ciudadela – El Cairo

La Ciudadela es un complejo enorme, situada en una colina de la ciudad, donde destacan fundamentalmente 2 elementos: la mezquita de Alabastro y las vistas de la ciudad desde su mirador, pero guarda más cosas interesantes, como el Museo Nacional Militar, muy bien organizado y necesario para conocer mejor la historia de Egipto. La primera impresión al llegar a la Ciudadela es haber llegado a otra ciudad, con otro orden, con otros colores, con otra historia.

La primera visión de la mezquita de Mohamed Alí o Mezquita de Alabastro, llamada así por los materiales del exterior, impresiona. Es preciosa y te trae un recuerdo inmediato de la mezquita azul de Estambul. Y su interior no está a la zaga en cuanto a belleza, sencillo, pero complejo. Otro oxímoron egipcio.

Interior de la Mezquita de Alabastro

Interior de la Mezquita de Alabastro

Nos sentamos unos minutos a contemplar aquella maravilla de la arquitectura, en silencio, sintiendo la magia del lugar. Las luces del interior se mezclaban con la claridad que proyectaba la pequeña puerta que daba al exterior.

Salimos de la mezquita y contemplamos la inmensidad de El Cairo, todos los tonos eran grisáceos, pero el día despejado permitía ver las Pirámides de Guiza, situadas a más de 20 Km. de donde estábamos. Desde el mirador se veían colegios, casas, el tráfico… en definitiva, la vida pasar. Merece la pena pasar 10 minutos allí parados contemplando el ritmo de la ciudad.

Vistas de el Cairo desde la Ciudadela

Vistas de el Cairo desde la Ciudadela

Nuestra siguiente parada fue el Museo Nacional Militar. Entramos con ciertas dudas, pero hay que reconocer lo bien conservado y estructurado que está. Es un repaso muy completo por toda su historia, lleno de referencias históricas, esculturas, diaporamas, mapas, fotografías, recreaciones, etc. Muy completo e ideal para excursiones de colegio. El entorno del edificio también ayuda, lleno de vegetación, lugares para sentarse y vehículos militares varios (aviones, tanques). En esta plaza aprovechamos para reponer fuerzas, aún quedaba mucho día por delante.

Museo Nacional Militar - El Cairo

Museo Nacional Militar – El Cairo

Se acercaban las 16:00 y los edificios de la Ciudadela comenzaban a cerrar. Decidimos que el próximo destino sería la enorme mezquita que vimos desde su mirador, parecía fácil llegar, tan sólo teníamos que rodear la ciudadela. Así lo hicimos, pero decidimos caminar entre el intenso tráfico, allí no había “occidentales”, éramos los únicos imprudentes que se mezclaban entre “locales”. Esa fusión entre la población local te llena de vida, te hace entender todo mucho mejor.

Tras 15 minutos conseguimos llegar a nuestro destino: la Mezquita del Sultán Hassan. Impresionan sus dimensiones: 150 metros de largo, 35 de alto y un minarete de 68 metros. Te hace sentir muy pequeño sobre todo cuando te sitúas bajo su fachada lateral, la única pena es que acababa de cerrar, pero aún así mereció la pena el trayecto caminando.

Mezquita de Sultan Hassan

Mezquita de Sultan Hassan

En ese punto, cogimos un taxi y nos dirigimos al Gran Bazar Khan Al Khalili. Era momento de comprobar en primera persona las artes comerciales egipcias. El lugar abruma, con decenas de calles llenas de tiendas y puestos. Allí se pueden comprar todo lo que imagines y todos quieren venderte algo. Cada mirada se traduce en intentos de atraerte a su comercio. Fue difícil hacerles entender que sólo queríamos mirar.

Tras 30 minutos caminando entre sus calles, decidimos conocer sus alrededores, tiendas de libros antiguos, callejones, mercados artesanales, en definitiva, salirnos del circuito turístico nos dio otra visión de lugar. Y, sinceramente, sólo recomendaría el Gran Bazar si verdaderamente vais a comprar, sino lo evitaría, no me aportó nada especial.

Bazar Khan Al Khalili de El Cairo

Bazar Khan Al Khalili de El Cairo

Comenzaba a caer la tarde sobre El Cairo y los sonidos de la ciudad comenzaban a cambiar, el comercio de calle comenzaba a florecer. Se ve más intensidad. Son lugares que empiezan tarde a despertar, porque alargan mucho las noches.

Nuestro último destino del día sería el Nilo, teníamos la idea de cenar en alguno de los barcos restaurantes que están en su orilla. Así, paseando entre el verdadero ambiente de la ciudad con cientos de adolescentes montando en sus barcos-discotecas y puestos de todo tipo, cruzamos el puente para dirigirnos al “Nile City”, donde hay varios restaurantes de diferentes estilos.

Finalmente, nos decantamos por el ‘Carino´s’, un italiano, más que nada por cambiar sabores. El resultado fue muy satisfactorio, cenamos de maravilla y en pleno río Nilo. Un pequeño lujo al que sólo le ponemos un pero, nos faltó una cerveza…

Y tras 2 horas de cena y agradable charla, llegó el momento de cerrar el día. Un agradable paseo de regreso al hotel, un último vistazo al río, a los barcos discoteca, a la gente, a la ciudad. Un día en el Cairo da para mucho: cultura, experiencia, belleza, gastronomía, sensaciones, expresiones. Un oxímoron constante, una belleza inmortal.