Fotografiando la cultura y tradición

Corea del Sur se ha ganado un honor: ser el primer país donde he pasado completamente desapercibido. He sido un viajero invisible, transparente, inapreciable. Y eso me ha gustado, pero a la vez me ha inquietado por tratarse de Asia. Acostumbrado a ser objeto de miradas, como en Japón, o centro de atención y fotos, como en China, e incluso tener gente siempre hablándote como en Tailandia o India, en Corea no he sido nadie. Ni siquiera me han lanzado una mirada indiscreta o me han ofrecido con interés (e insistencia) algún producto en los mercados como en el sudeste asiático o Latinoamérica.

He podido aprender desde la distancia de sentirme sin importancia.

Del grupo de viaje, tan sólo ha destacado uno de nosotros: Papá Wonder, que era objeto de miradas y preguntas por parte de muchos coreanos, sobre todo acerca de su edad. Dándose la curiosa circunstancia de tener que hacer de intérprete, pero sin ser relevante. Ellos sólo lo miraban a él, aunque hablara el que escribe estas líneas… verlo para creerlo. Curioso y divertido.

Incluso un señor nos paró en Gyengjou, a mitad de una subida a un templo, para enseñarle fotos de su familia en el móvil, porque tenía su misma edad y le hacía ilusión. De nuevo, hice de intérprete para la conexión española-coreana.

Bienvenidos a Busan

Bienvenidos a Busan

Un desconcierto, que visto con perspectiva, quizás sea motivado por lo que he llamado la doble personalidad coreana: el ying-yang de las personas. Son capaces de estar en el más completo e idílico silencio a formar el alboroto más notable. Los coreanos te desconciertan, porque pueden ser los más amables del mundo (y lo hemos sentido, disfrutado y apreciado) o ser los más individualistas sin darse cuenta de nada de lo que ocurre a su alrededor (incluso llegando a ser molestos por sus gestos y formas). Quizás el hecho de vivir pegados a una pantalla de móvil tenga algo que ver en este asunto, porque han sido pocos, muy pocos, los libros que hemos visto en el transporte público, y hemos tenido unas cuantas horas.

Fotografiando a su compañeras

Fotografiando a su compañeras en Seúl.

Volviendo a los contrastes, son muy activos en los paseos, ejercicios o rutas de senderismo, pero se quedan dormidos en las situaciones más insospechadas y, por supuesto, en su lugar favorito, el metro. Despiertan justo en su parada y salen a toda velocidad, quitando todo lo que se encuentren a su paso.

El país destaca por muchos aspectos: por su exuberante naturaleza, paisajes o montañas; por su intensa historia, sus templos o su cultura y gastronomía, incluso por su tecnología, con Samsung, Hyundai y LG a la cabeza, que son fabricantes de cualquier cosa que imagines… pero quiero reseñar su limpieza. Desde Japón no había visto un país tan impecable, tan cuidado por las calles, tan cívico en muchos casos y con los baños públicos más limpios que recuerdo.

Colores en un templo budista en Seúl

Colores en un templo budista en Seúl

Naturaleza en Corea del Sur

Naturaleza en Corea del Sur

El respecto a la tradición y a la cultura budista está presente en todos los templos, incluso en la vestimenta para celebraciones, manteniendo el corte clásico de siglos atrás.

Su aspecto físico es otro punto que valoran mucho, de ahí también (imagino) la cantidad de aseos públicos. Se gustan mucho de mirarse en cualquier espejo o superficie reflectante, por no hablar de la cantidad de selfies que se realizan, con un activo mercado de palos-trípodes para todos los gustos. Sin embargo no destacan por un estilo concreto o llamativo como notamos en Japón, más allá del tinte rubio de las chicas o algún peinado extravagante (los menos) de los chicos, siendo el estilo Nobita, de pelo cortado a taza y gafas redondas el que se impone en la adolescencia. Sí que aplica el cada uno va vestido como quiere, pero sin llamar la atención del otro.

Posando para su palo selfie-trípode

Posando para su palo selfie-trípode

Prácticamente en cualquier lugar (metro, estaciones, templos, calles principales) encontrarás un baño limpio, acondicionado a la perfección y gratis.

Otro detalle que me ha sorprendido es lo difícil que ha sido pagar con tarjeta en casi cualquier sitio. El uso de efectivo está todavía muy extendido, siendo el único medio disponible en la mayoría de ocasiones, sobre todo con tarjeta extranjera.

El tema del idioma es otra barrera que hay que superar, ya que un porcentaje muy importante de la población sólo habla o entiende coreano, por lo que no siempre es sencillo entenderte en inglés (incluso cuando lo hablan, es complicada la comunicación) o leer palabras en alfabeto latino. Sin embargo, no es un problema realmente importante para el viajero. Nosotros hemos conseguido siempre lo deseado con el lenguaje universal de los gestos y la sonrisa, recibiendo ayuda por su parte hasta llegar al entendimiento.

Me da la impresión que saben más inglés del que parece, pero hay miedo a hablarlo. Me recuerda un poco, salvando las distancias, a la situación de España.

Con nuestro anfitrión en Seúl

Con nuestro anfitrión, que no hablaba inglés, en Seúl

Y un punto muy destacado es su red de comunicaciones, teniendo redes de telefonía e internet muy potentes y multitud de conexiones wifi públicas gratuitas, prácticamente, por todas las ciudades y lugares (estaciones, parques, museos). Un hecho que te ayuda en muchas ocasiones y te permite viajar más tranquilo, sabiendo que podrás consultar un mapa, un dato o el correo para obtener la información que necesitas.

La gastronomía coreana ha sido otro punto de aprendizaje continuo, ya que pensábamos que conocíamos algo, pero, como sucede con la comida china, sólo conocemos el modelo coreano-occidental. Para los coreanos, sentarse a comer es una pequeña fiesta con muchos invitados en forma de pequeños platillos con los que compartir el evento. La norma es sentarte y, antes de pedir, tener una toallita para limpiar las manos, agua fría y platillos de entrante, casi todos vegetales y, aquí viene una de las sorpresas, con muchos alimentos picantes. No un picante cualquiera, sino muy picante, siendo el kimchi, col fermentada con especias, la estrella invitada a todas las fiestas.

Despliegue gastronómico en nuestra primera noche en Corea

Despliegue gastronómico en nuestra primera noche en Corea

Lo más divertido es disfrutar de una barbacoa (BBQ) coreana, que consiste en una mesa con fuego propio, bien de carbón, eléctrico, una plancha o de fogón, para poder cocinar a tu gusto los alimentos, habitualmente verduras y carnes a elegir. Toda una experiencia deliciosa.

Y para acompañar las comidas hemos conocido al rey: el soju, la bebida alcohólica más vendida del mundo. Sí, más que todas las famosas y en esto le damos la razón a los coreanos y al resto de consumidores. El soju, destilado de arroz u otros almidones similares, está muy bueno y es un acompañante perfecto (y digestivo) para todo tipo de comidas.

En definitiva, Corea del Sur es un país muy interesante, amigable, diferente, fácil para viajeros independientes o familias, pero con muchas peculiaridades que desconocía y me han sorprendido.

Dos semanas y media de curso acelerado de aprendizaje para vivir entre China y Japón, porque Corea del Sur tiene mucho de los dos, pero poco de otros.

Pasando desapercibido en un templo de Corea

Pasando desapercibido en un templo de Corea