Sky Bar de Bangkok

Cierro los ojos y siento que estoy soñando en algún lugar del sudeste asiático… entre las intensas calles de Bangkok, sintiendo sus olores, disfrutando de las sonrisas de sus gentes, comiendo en algún puesto callejero o tomando alguna copa en el rascacielos más exclusivo de la ciudad. Vértigo al pensarlo, es sentirse realmente en un bar en el cielo.

Y continúo soñando, esta vez perdiéndome entre mercadillos, callejuelas y trenes regionales, todo ello para llegar a una perdida vía de un tren, donde se venden todo tipo de cosas cuando el tren no pasa. Incluso sueño que me tomo un coco y se vende marisco. En algún momento, el mercado pasa de una vía de tren a ser flotante, ahora las barcas flotantes son los restaurantes y se debe pasear por el canal para entender mejor todo aquello.

El sueño continua a toda velocidad, llegando ahora a Camboya, donde los niños sonríen de alegría y tristeza a partes iguales. Es un oxímoron perfecto. Y a ritmo de tuk-tuk llegamos a nuestro primer paraíso. Algo de relax, sonrisas y diversión. Me encantan los sueños que te hacen sonreír cuando crees que estas despierto.

21W en Angkor

21W en Angkor

Y continuo soñando, esta vez llego a Angkor, maravilla del mundo para 21W. Y si dicen que los sueños se hacen realidad, aquello es para verlo y sentirlo. Es naturaleza y arquitectura en estado puro. Es llevar piedras y arboles a otra dimensión. Un sueño no da para entender todo lo que sientes en Angkor, sobre todo al amanecer y atardecer. Es un espectáculo único en el mundo.

Atardecer en Angkor

Atardecer en Angkor

Tras un leve desvelo, retomo el sueño y vuelvo a Tailandia para recorrer 1500 km. de aventuras por el centro y el sur del país en una furgoneta. Y siento que da igual el tiempo, lo importante son las personas, los lugares y los momentos. Así en un «salto» llegamos a Hua Hin. Y al día siguiente viajamos sin control hasta la jungla, Khao Sok era mi lugar soñado. Y bien que lo es, porque me imagino llegando perdidos en mitad de la noche, entre lluvias y barro, pero una casa árbol y dos en el rio, tenían la culpa de que mi sueño me hubiera llevado hasta ahí.

Y continúo soñando, esta vez a lomos de un elefante, en otro día lluvioso y soleado a partes iguales. Seguirán diciendo que el león es el rey, pero hasta que no se monta en un elefante, no te das cuenta que todo es un mito… que capacidad, que inteligencia, que destreza. No quiero despertarme de esta parte, es de mis preferidas. Sin embargo, un intenso aguacero me despierta. Estamos en la jungla y aquí todo es posible.

Y si soñamos que me baño en un enorme lago con el agua a 26° entre enormes montañas, llegando hasta allí en un barca con motor de coche. Es posible: soñar es gratis. Y, sobre todo, sentirme la persona más afortunada del mundo por ver escenas como ésta.

Vistas de Chiew Lan

Vistas de Chiew Lan

Y continuo soñando, ahora quiero llegar al pequeño paraíso de Koh Tao en un carguero nocturno con la furgoneta y durmiendo en literas, tras beber Hong Thon. Lo siento difícil, porque no conozco nadie que lo haya hecho, pero me gustan los retos y creo que este lo conseguiré.

Ahora sueño con llegar a las 5:00 am a una isla paradisíaca en mitad del golfo de Tailandia para buscar una playa donde ver el amanecer. Y sigo soñando, con ver atardeceres espectaculares, tomar copas a la orilla del mar y bucear entre aguas calientes y cristalinas. Y pienso que lo puedo conseguir, a veces los sueños se cumplen.

Atardecer en Koh Tao

Atardecer en Koh Tao

Y continuo soñando, con volver a Bangkok para comprar todo lo que me apetezca en mercadillos, puestos callejeros o centros comerciales. El precio parece secundario, parece puesto por la ilusión. Quiero seguir sintiendo la intensidad de una ciudad que parece no dormir nunca o si lo hace, es de forma muy discreta.

Comidas_Tailandia

Comidas_Tailandia

Y de repente me despierto, estoy en un avión de Emirates con destino Madrid, no tengo claro cuánto he dormido o si he soñado, solo sé que tengo necesidad de escribir estas líneas. Y trato de recordar el sueño…pero no era un sueño, han sido realidades. 17 días de aventuras con un grupo extraordinario, llenos de momentos mágicos, emotivos, especiales y escenas que ningún objetivo o pluma serían capaces de plasmar. Momentos para el recuerdo personal, para toda la vida.

Viajar para sentirse vivo y vivir para viajar. Tenemos mucho por descubrir y no estoy dispuesto a perdérmelo. Espero que me sigáis acompañando en las nuevas aventuras, porque esta última ha sido apasionante.

Saltando en Chiew Lan

Saltando en Chiew Lan