Y si fuera un soñador, un idealista, un romántico, un utópico, alguien que vive ajeno a la realidad o más bien alguien que no se deja llevar por lo establecido, que toma sus propias decisiones y que va en busca de la felicidad. Y si fuera esa persona…

Y si volviera a dejar el trabajo por viajar, por vivir, por saber lo que no quiero hacer, por tener claro en lo que no me quiero convertir, porque todavía mantengo la ilusión por hacer las cosas que realmente me apasionan, por no dejar que la sociedad o unos cuántos te digan lo que debes (o no) hacer.

Y si necesitara reflexionar sobre lo que realmente quiero hacer o, mejor dicho, sobre quién quiero ser.

Cuando tienes claro lo que no quieres es más fácil aproximarse a lo que realmente te apasiona, aunque el camino hasta conseguirlo no sea sencillo.

Y si convirtiéramos las suposiciones en decisiones, y si fuera esa persona…

Sería sorprendente decir que no tengo un plan establecido, al menos cerrado, que tengo decenas de ideas, sin orden, pero es la verdad. Necesito tiempo para reflexionar y no me sienta mal decirlo. No tiene porque ser lo que debería ser, sino lo que tú sientes que es, lo que realmente te apetece.

Sueño con la ruta de la seda, con recorrer España de punta a punta, con hacer el camino de Santiago, con viajar en el Transiberiano hasta la Rusia más profunda, con volver a China, Japón o perderme por Indonesia. Todos esos sueños que suelen desembocar en la asignatura pendiente: África. Y que siguen revoloteando en forma del estrecho de Bering, Nepal, América Central o volver a Laos, México o Chile.

Sueños viajeros, sueños que quiero hacer realidad. Quiero volver a no pensar en el reloj, en no estar pendiente del móvil, en no mirar el correo por días, en sentir que no tener conexión es lo mejor que te puede pasar.

Volver a no tener prisa al caminar, sentir que viajes de 15 horas son placenteros, sentarme a leer, a pensar, a escribir, ver infinitas puestas de Sol, fotografiar sin control, conocer gente nueva, escuchar, aprender, enseñar sitios en los que he estado y me han marcado… en definitiva, quiero volver a vivir la vida.

Y sí, posiblemente no lo haga en solitario…

Se podría pensar en la suerte de mi trabajo, por poder dejarlo cuando me apetece, pero acaso no está en la mano de (casi) todos el poder hacerlo. Sí, en mayor o menor medida, es posible, pero si no sabemos bien para qué (motivación) o por qué (ilusión), entonces nunca lo haréis. Recordad aquello del «ysi» y el «esque».

Y llegar hasta aquí, como ya hice una vez, no es sencillo, pero nadie regala nada, todo es fruto del esfuerzo, el trabajo y la dedicación. La realidad dice que esta decisión no estaba en mi plan de ruta tras volver de la vuelta al mundo, porque más bien no tenía ninguno, pero hace unos meses decidí la nueva hoja de ruta, ya que no es sólo tener un plan, sino saber cómo ejecutarlo.

Hay quién piensa que vuelve a ser una decisión incorrecta, inadecuada o egoísta. Los invito a todos ellos a que vivan su vida y no hagan demasiado caso a la mía, porque va a ser demasiado aburrida y previsible. Además, y es lo más importante, los familiares y amigos claves en mi vida, están y estarán ahí, sea cual sea mi decisión. Todo lo demás, no importa.

Se avecinan nuevas aventuras, nuevos viajes, quizás largos, cortos o la combinación de ambos, y aunque descarto volver a dar la vuelta al mundo, quién sabe, sólo  el tiempo y nosotros mismos decidiremos. La cuenta atrás ha comenzado.

Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya.

(Cita de El Principito – Antoine de Saint-Exupéry)

Entre las sombras en Guatemala

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