Nochevieja o fin de año: una fecha señalada por tod@s en el calendario, una noche especial, llena de deseos y buenos pensamientos. En mi caso, siempre había sido más simbólica que familiar, reservando ese momento íntimo-familiar a la Navidad y la Nochebuena.
Así que hace 5 años empecé a darle vueltas a la posibilidad de incluir viajes en esas fechas, hasta que llegué a un acuerdo: pasaría Nochebuena en casa y Nochevieja (fin de año) en otro lugar… pero nunca imaginé esos lugares. ¡Qué sitios y qué experiencias!
Primero fue en Ciudad Rodrigo de casa rural Erasmus, un año después en un Dublín surrealista y nevado, el 2010 en Tokio invadido por las sensaciones, el año pasado en un Budapest mágico y este 2012 lo despediremos en Innsbruck, con un extra especial que será Praga. El virus viajero había llegado para quedarse con esa fecha y todavía sigue…
Cada uno de los años ha tenido algo especial y es por ello que me gustaría detenerme en todos ellos para recordarlos, porque no se debe olvidar el pasado para entender mejor el futuro. Algo así como no omitir la historia en los viajes; es fundamental informarse y saber cómo, dónde y porqué ese país o esa ciudad es así, para entenderlo mejor y disfrutar aún más del viaje.
Todo comenzó en el año 2008 cuando, coincidiendo con la celebración del 3er aniversario de la Erasmus de Génova, decidimos juntarnos para celebrarlo. No estaríamos todos, pero sí una representación importante. Tras un intenso debate y búsqueda de casa rural decidimos que debía ser en un punto intermedio de España. Finalmente, Ciudad Rodrigo (Salamanca) fue la ciudad elegida. Fueron unos días especiales, de muchos recuerdos y reencuentros. Una de las ideas geniales fue aportar cada uno productos de su tierra, de forma que la gastronomía tomó un papel relevante: torta del casar, ternasco aragonés, salchichón de Málaga, empanada gallega, etc. Todo muy bueno, convirtiendo cada momento en la mesa era un festival.
Era el primer fin de año en 26 años que pasaba sin mi familia (incluyo mis mejores amigos aquí) y los eché de menos (como en todos los posteriores), pero fue un gran experiencia, como otro paso más diciéndote que querer es poder. Como resumen podría decir que, aunque faltaron personas claves en mi Erasmus, fue muy divertido, emotivo y especial.
Tras esta primera experiencia tan positiva, llegaba el turno de 2009 y de nuevo hubo propuesta Erasmus para Nochevieja, sin embargo empezó a tomar forma otra opción: celebrarlo en Dublín (Irlanda) con una amiga que vivía allí. Sin duda, la opción de salir de España en esas fechas ganó a cualquier otra posibilidad, así que la maquinaría viajera comenzó a funcionar: llamadas, mails, vuelos, presupuesto, etc. En fin, mil y un detalles, pero que llegaron a buen puerto en Noviembre.
Nos iríamos a Dublín (*), esta vez con varios de nuestros mejores amigos; aunque todo estaba tan al límite que nosotros saldríamos el 31 por la tarde hacia Dublín, mientras que el resto ya estaría allí… y la cosa no pudo salir peor, retraso en el vuelo e iniciamos el año 2010 en el aire con un auxiliar de vuelo cantando las campanadas por los altavoces, muy surrealista. Sin embargo, todo podía seguir saliendo peor y así fue. Llegamos a un Dublín nevado como nunca a la 1:00 y tuvimos que coger un taxi para acelerar la llegada (nuestros amigos seguían esperándonos para cenar). Tuvimos el peor taxista de la ciudad, que tras 45 minutos perdidos nos dejó a una calle de nuestro destino: St Josephs Parade, nunca olvidaré su nombre. Podríamos haber estado horas y jamás nos hubiese llevado al destino.
Desde ese momento, todo cambió y no volvimos a tener un momento malo en todo el viaje. Nos estaban esperando para cenar un ají de gallina delicioso y entre risas y Buckfast aliñado se nos olvidó todo lo acontecido previamente. Además, todavía teníamos que celebrar el fin de año oficioso, así que salimos a la calle y nos tomamos las 12 uvas en medio de una gran helada y nevada. ¡Fue un momento genial! Luego llegaron los momentos Tabú (del juego), visitas a la ciudad y mucha diversión, a pesar de haber empezado el año de forma surrealista en un avión, el año no podía haber empezado mejor, mereció mucha la pena el esfuerzo realizado por todos.
Llegamos al 2010 y decidimos ser más ambiciosos: unir la celebración de fin de año con varios días más de vacaciones, de esta forma podríamos ir más lejos. A esto uníamos la reciente creación de 21Wonders, por lo que poder visitar una maravilla en el viaje era otro objetivo importante. Así que en Septiembre empecé a mirar opciones y vuelos, hasta que tras varios días buscando descubrí algo que cambiaría mi forma de viajar.
Encontré dos vuelos muy baratos (en relación a su precio habitual) a dos destinos soñados: China y Japón. Era momento de tomar decisiones y, sobre todo, ver si realmente podríamos afrontarlo. Finalmente, conseguidas las vacaciones del trabajo, nos decantamos por Japón, más por el clima y su calendario que por otra cosa (en China hacía más frío y no celebraban fin de año al regirse por el año chino).
Tras proponérselo a nuestros amigos, aparte de tildarnos de locos, chalados y demás, no se apuntó nadie. Así que viajaríamos los 2 solitos al país del sol naciente sin saber muy bien que nos encontraríamos un fin de año en Tokio, aunque sí teníamos clara una cosa: iríamos al Templo de Kiyomizudera (Kioto) a conocer una nueva maravilla del mundo.
Sin embargo, el destino siempre te tiene guardado algo especial, así que tuvimos la gran suerte de conocer mediante un grupo de FB a personas españolas que estarían allí en las mismas fechas. Finalmente, nos reunimos 15 y fue una de las noches más especiales de mi vida y mi mejor Nochevieja hasta la fecha… tanto que le dediqué un artículo exclusivo en 21W. Todo lo que podía salir bien, salió mejor y de hecho, gracias a ese viaje he tenido la oportunidad de conocer gente muy interesante, con los que todavía sigo en contacto.
Si a todo eso le sumamos que el viaje por Japón fue impresionante, sólo puedo recomendar que nos animéis a ello no sólo por los sitios que conoceréis, las experiencias que viviréis, sino, principalmente, por las personas que encontraréis.
Tras la experiencia japonesa del 2010, era momento de volver a pensar dónde pasaríamos la Nochevieja de 2011. Esta vez nos decantamos por hacerlo más económico y familiar, es decir facilitar la vida a nuestros amigos para que vinieran. Tras dudar entre Praga y Budapest, finalmente nos decidimos por la capital húngara, dejando Praga para otra ocasión (casualidad que será este año). De nuevo el destino quiso apropiarse de parte del viaje, teniendo una llamada de alguien muy importante días después de comprar el avión. Me informaba que se marchaba a Budapest a vivir y que estaría en esas fechas. Genial, ya tendríamos una referencia para organizarlo todo y así fue.
Finalmente, viajamos 6, saldando una deuda con otra de las personas claves en mi vida que había faltado en años anteriores. Estuvimos 7 días en Budapest, ciudad que pudimos conocer y disfrutar muy a fondo y nuestro centro de operaciones fue un apartamento bonito, útil y muy céntrico. Todo un éxito y allí fue donde celebramos una espectacular cena: cous-cous como plato principal y múltiples entrantes de acompañamiento.
Bien alimentados, salimos a la calle en busca de la Plaza Oktogon, el centro de todas las celebraciones. Sin embargo, a pesar del gran ambiente que había, ni campanadas, ni pantalla, ni nada… llegaban las 00:00 del 31/12/11 y nadie hacía nada, así que decidimos improvisar: cantamos las campanadas, nos tomamos nuestras uvas de lata y descorchamos la botella de champán.
Lo demás fue disfrutar del ambiente, empezar a conocer la preciosa ciudad y ver los fuegos artificiales. Fue una noche tranquila, que anunciaba el inicio de un viaje espectacular por Budapest y un año 2012 espléndido, lleno de cambios, viajes y buenas noticias, pero lo más importante era que volvía a empezar rodeado de los míos.
Y llegamos a 2012, donde durante muchos meses estuve convencido de que este año no podríamos viajar, nos quedaríamos en casa. Sin embargo, de nuevo el destino apareció y comenzó a llamar fuerte, muy fuerte tanto que la opción de pasar fin de año en Innsbruck, ese sitio mágico que nos deparó un viaje increíble en la semana santa de 2012, empezó a tomar forma. Días después ya la tiene y bien bonita, tenemos los vuelos comprados y nos vamos allí a celebrarlo, a lo que hemos unido la excelente opción de continuar el viaje hacia Praga 4 días más.
Para cerrar el círculo aún más, todos los participantes de este viaje tienen algo especial; sin embargo tendremos que esperar a la vuelta para contarlo. De momento, sólo dejo algunas pinceladas, esas dos que dicen que: las promesas se cumplen y que si faltaba alguien clave e importante con quien pasar Nochevieja fuera de España ese eras tú.
Hasta aquí el recorrido en relatos e imágenes de nuestras 4 últimas Nocheviejas, incluyendo pinceladas de lo que será nuestra quinta. Ojalá en próximos años podamos ampliar este relato e incluir nuevos destinos, eso será una buena señal de que la vida nos sigue sonriendo y, sobre todo, que seguimos viajando.
Como conclusión final, me gustaría terminar esta reflexión viajera con una idea: viaja siempre que puedas, vívelo y disfrútalo, pero sobre todo haz tuyo el viaje. Hay viajes para todos.
Gracias a tod@s los que han formado parte de estos viajes, sea directa o indirectamente. Espero que les haya gustado y quién sabe, quizás nos encontremos en un próximo viaje… o en una Nochevieja.
(*) Fue nuestro primer fin de año juntos y ahora ya vamos por el 4º
Coincido contigo…la mejor nochevieja!!!