Comienza el paseo en trineo

Tengo que reconocer que elegimos Tromso por dos razones principales: intentar ver Auroras Boreales y montar en trineos de perros. Conseguida la más difícil que era ver Auroras, nuestros esfuerzos se centraron en los trineos, cosa que no fue sencilla por ser temporada alta, pero que finalmente conseguimos el último día de viaje, un soleado domingo a las 7:00 de la mañana.

Llegamos al Villmarkssentter bien temprano, con una mezcla de frío, sueño, emoción e incertidumbre. Lo primero fue adaptar nuestra vestimenta al entorno, por lo que nos equipamos con un buen abrigo y botas que te ofrecen gratuitamente en el centro, siendo imprescindibles llevar gorro y unos buenos guantes.

Salimos al exterior y ahí estaban los verdaderos protagonistas del día, los perros, más de 300 de la raza Alaska Husky. Algunos de ellos preparados para tirar del trineo, otros esperando su turno junto a sus casetas. El sonido ambiente era silencioso, amenizado por intensos ladridos, porque los perros que no salen a pasear en ese turno, reclaman su presencia y ladran para hacerse notar. Los que están junto al trineo están aún más excitados y son pocos, los que están tumbados plácidamente en la nieve.

Hay perros de todas las edades, colores, tamaños, pero todos comparten una cosa: son cariñosos y simpáticos, pudiendo tocarlos, acariciarlos con total libertad.

De hecho, los trabajadores del centro te animan a hacerlo y, claro está, no desaprovechamos la oportunidad.

Se acercaba el momento y todos los trineos comienzan a ponerse a punto. En el caso del nuestro, somos dos en el trineo y Lars, como conductor. Nos acerca unas mantas, nos abrigamos y estamos listos. Poco a poco, comienzan a salir los trineos. Es emocionante escuchar sólo los perros y el deslizar del trineo por la nieve. Los primeros minutos, hasta que la caravana coge ritmo son más de tanteo y no se coge ni ritmo ni velocidad, pero a los 5 minutos sentimos la fuerza de los perros tirando del trineo y te empieza a llegar la paz, la emoción del momento.

El momento del trineo deslizando por la nieve te lleva a un estado de relax, tan solo comparable en mi experiencia en globo o parapente, donde no piensas en nada, sólo en ese instante.

Alejados unos metros de la salida, el paisaje y el cielo nos empiezan a dejar escenas espectaculares, más aún cuando el Sol comienza a asomar entre las montañas nevadas. Los reflejos que se producen en la nieve dan la sensación de un terreno húmedo, pero es nieve polvo que permite el suave deslizamiento de los trineos.

Trineo deslizando por la nieve

Trineo deslizando por la nieve

Lars nos cuenta sobre la distribución de perros (8) en el trineo, sus nombres y su edad. Asimismo nos cuenta algunos datos sobre la zona y sobre la actividad, pero nos deja mucho tiempo en silencio, donde ni mi padre ni yo somos capaces de decir demasiado, no por frío, sino por dejar que el entorno y los perros sean los protagonistas.

En el trineo de perros de Tromso

En el trineo de perros de Tromso

A mitad de camino, se hace una pequeña pausa para reorganizar la caravana, momento en el cual aprovechamos para que hacer fotos de nuestros perros más de cerca. Reanudamos la marcha a un ritmo intenso, teniendo tramos de varios minutos sin parar. Es un espectáculo ver cómo la caravana completa va deslizando entre las curvas. El Sol ya no amenaza con salir, sino que aparece, acompañándonos en los últimos minutos en el trineo.

Al llegar el centro, nos emplazan a que felicitemos a los perros por el gran esfuerzo y volvemos a sentir los cariñosos que son. Ahora llega el momento de una explicación más detallada sobre los perros, haciendo una visita por todas las zonas, desde los perros más veteranos hasta los cachorritos, de apenas unos días. Además nos dejan tiempo libre para que podamos caminar a nuestro aire con total libertad para tocar a los perros, hacernos fotos, etc. Es un placer sentir que te dan tantas facilidades en algo tan organizado.

Cachorro de Alaska Husky

Cachorro de Alaska Husky

El colofón a la visita lo pone la comida Sami que nos dan en una cálida tienda de campaña al estilo Sami, llamada lavvo. El menú consiste en un estofado de reno y una deliciosa tarta de chocolate (menos sami), regado por té, lo que nos reconstituye, alimenta y calienta a partes iguales.

Antes de irnos volvemos a la zona de los perros para hacer las últimas fotos y disfrutar de unos minutos junto a ellos. Los nuevos grupos comienzan a llegar y los trineos empiezan a salir; siguen los ladridos, pero son de otros, la mayoría ya salido a trabajar hoy.

Making off del retrato al Alaska

Making off del retrato al Alaska

 

Primer plano de un Alaska Husky

Primer plano de un Alaska Husky. (Foto de Javier Martínez, el artista de la foto anterior)

De vuelta en Tromso, el día lo continuamos con un par de visitas culturales imprescindibles en la ciudad: la catedral del Ártico y el museo Polar. A la catedral llegamos justo al final de una celebración múltiple de bautizos. El recinto, majestuoso por fuera, es más humilde por dentro, pero es sobrio y funcional al estilo nórdico, teniendo wifi y zona de juegos para los niños tanto al lado del altar como al final de la bancada.

Como decíamos, el Museo Polar es una visita obligada a Tromso para conocer la historia de la zona, sus costumbres, su origen, la cultura Sami y, sobre todo, las magníficas aventuras de los exploradores que hace menos de 100 años se adentraban al mar en busca del Polo Norte y el Círculo Polar Ártico sin saber si volverían… como sucedió en el caso de Roald Amundsen, que preside la entrada del museo. Ellos sí que eran verdaderos exploradores y aventureros.

Interior de la catedral del Ártico

Interior de la catedral del Ártico

Comenzaba a caer la tarde y decidimos concluir el día conduciendo hacia Skulsfjord. La carretera seguía en perfecto estado y conducíamos entre bellos paisajes nevados entre montañas, hasta que llegamos a los dos fiordos donde cerraríamos una gran jornada.

Carretera en Tromso

Carretera en Tromso

El gélido viento polar comenzó a hacerse notar, pero eso no impidió que saliéramos del coche a hacer mini excursiones por el fiordo para guardar esos momentos, tanto en nuestras retinas como en nuestras cámaras.

El fiordo encencido de Skulsfjord

El fiordo encencido de Skulsfjord

El Sol comenzaba a caer y parecía quemar las nubes que se escondían entre las montañas del fiordo. El cielo estaba en llamas en un paisaje nevado, contrastes de paisajes imposibles.

El fiordo encendido desde nuestro coche

El fiordo encendido desde nuestro coche

El broche a ese día y al viaje lo pusimos en Fiskekompaniet, un restaurante donde nos dimos un lujo gastronómico de comida noruega, aunque no estuvimos todos, hubo quien hizo un plan local alternativo, pero eso bien merece otra historia.

El grupo antes de la aventura de trineos

El grupo de la aventura de trineos

Datos de interés

  • Siguiendo las recomendaciones de la oficina de turismo de Tromso, la excursión la hicimos en Villmarkssenter, siendo todo un éxito, como habéis podido comprobar.
  • Localización: Straumsvegen 60. 9105 Kvaløysletta.
    • Se os ofrece recogida desde el centro de Tromso para ir en bus o bien llegada por vuestra cuenta.
  • La oficina de reservas está en el centro de Tromso, junto al hotel Radisson; aunque, si sabéis la fecha exacta, la mejor opción es hacer la reserva previa en su web.
  • Si reserváis con antelación, podréis conducir el trineo, sino se os asignará un guía que os llevará. Las prendas de abrigo suministradas por el centro son de forma gratuita, a devolver tras la actividad.
  • Hay muchas actividades a realizar, en nuestro caso elegimos la de paseo de día + comida (Dog sleeding daytime), porque era la que mejor se adaptaba a nuestro viaje en cuestión de tiempo.
  • El precio varía en función de la época del año, pero oscila entre los 1490-1690 NOK (160-180€).