Borneo es una isla del sudeste asiático, la tercera mayor del mundo y dividida entre Malasia, Indonesia (Kalimantan) y el pequeño sultanato de Brunéi.
En mi caso visité la parte malaya de Borneo, pero las referencias que tengo de la parte de Indonesia son igualmente buenas.
Tras finalizar mi estancia allí, puedo asegurar que no he estado en ningún lugar que reúna tanta diversidad. Un recorrido apasionante por un mundo diferente a todo lo que había visto hasta ahora y con unos habitantes excepcionales.
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Orangutanes en el centro de rehabilitación de Sepilok.
Tener a escasos metros a estos animales te hace no dudar acerca de la teoría de la evolución. Impresiona ver sus rasgos, sus gestos, sus manos, sus miradas. Si además tienes la suerte de ir sin prisas podrás tenerlos muy cerca, eso sí, sin tocarlos, hay que respetarlos y, además, siguen siendo animales salvajes.
Es muy emocionante observar los orangutanes, cómo juegan, cómo interactúan entre ellos, cómo te miran, cómo se mueven. Además en el centro te enseñan cómo viven, cómo los educan para rehabilitarlos e incluso puedes verlos en un parque de juegos. Una de las experiencias más emocionantes de todo mi viaje.
Hay 2 horarios, 10:00 y 15:00, donde se pueden ver los orangutanes en las plataformas de alimentación, pero esto no es seguro porque deben aparecer voluntariamente, sin embargo por la cantidad de plátanos y leche lo normal es que se dejen ver.
En la visita a Sepilok fue donde conocí a Gaetan, un chico francés con el que viajé buena parte de mi estancia en Borneo. Un auténtico viajero, simpático, extrovertido, un amante de las aventuras y un excelente compañero de viaje. Seguidlo que dará mucho que hablar.
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Las Cuevas de Niah.
El lugar que más me sobrecogió de todo Borneo, por lo inesperado, grandioso y casi vacío del lugar (apenas encontré 5 personas). Situadas en la provincia de Sarawak, estamos ante uno de los sitios arqueológicos más importantes del mundo, ya que los restos humanos más antiguos descubiertos en el sudeste asiático han sido encontrados aquí.
Caminas por senderos entre imponentes árboles, flanqueado por un pequeño río y con el sonido intenso de los macacos en las alturas. Los pájaros y la lluvia, acompañan.
Y llegas hasta la primera cueva, la del comerciante, donde te sientes impresionado por las formaciones rocosas y eso que no es una cueva propiamente dicha, sino más bien un saliente de la roca. Hay que caminar unos metros para llegar a la joya de la corona: la Gran Cueva de Niah.
60 metros de altura y 250 metros de ancho, así es la entrada de la gran cueva y el consejo es caminar unos metros hasta girarse y contemplar la mágica escena. Recuerdo que me paré a contemplar la entrada y sentí un escalofrío, ¡qué fantástico lugar y sin nadie!
Caminé por el interior de las cuevas, vi a los recolectores de nidos de pájaros (una delicia gastronómica por la que los chinos pagan cantidades disparatadas), encendí mi linterna y me adentré en la más absoluta oscuridad hasta llegar a las cuevas pintadas, pero mientras tanto los sonidos de los murciélagos me recordaban que no me relajara, estaba en su hogar.
Las Cuevas de Niah es un lugar apasionante, que merecen un artículo propio y espero que lo tengan en breve.
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El Parque Nacional de Kubah.
Una visita de grandes emociones. Llegué muy pronto, 8:00 y emprendí la aventura por uno de los senderos. El día estaba soleado y se respiraba pura naturaleza, pero pronto entendí que las cosas pueden cambiar muy rápido en plena selva.
Tras mis primeras dos horas de recorrido, en solitario, y sin encontrar a nadie en el parque, empecé a notar una leve brisa, presagio muchas veces en Asia de su correspondiente lluvia. Las nubes se apoderaban del cielo al mismo ritmo que seguía avanzando entre caminos de tierra, barro y densa vegetación. Apenas se oían algunos pájaros y mis pasos. Me sentía un auténtico explorador al caminar por esos frondosos senderos.
Llegué a un mirador, subí sus escaleras y contemplé la belleza de la naturaleza. Seguí caminando y vi que me quedaban otras 2 horas hasta llegar al punto estrella del parque: sus cascadas, donde me podría bañar tras el intenso paseo, pero la lluvia comenzó a caer… y cada vez más intensa, así que aceleré el paso, hasta que sólo pude hacer unas rápidas fotos, sentarme a comer algo y regresar. La fina lluvia se había convertido en un semi monzón con una intensidad que me hizo subir a velocidad intensa por esos senderos cuesta arriba llenos de barro. Agotado y empapapado, llegué hasta un refugio donde me pude hidratar y cambiar de ropa, no sin antes darme cuenta de que tenía algunas sanguijuelas en mi cuerpo. Así que tocaba sufrir y quitarlas.
Lo mejor llegaría al final sin tregua por parte de la lluvia, por lo que llegué de nuevo empapado hasta la entrada sin saber muy bien cómo regresar a mi hostal. Sólo había un bus y sería dentro de 3 horas, así que a grandes malos, grandes remedios.
Me planté en la puerta del parque decidido a hacer auto-stop por primera vez. A los 15 minutos tuve la suerte de que una encantadora familia malaya lo hiciera. Me emocionó su amabilidad y simpatía y pasamos 30 minutos de amena charla hasta dejarme en el centro de la ciudad. Lo volví a confirmar en Borneo: la gente es buena.
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Un mono narigudo en el Parque Nacional de Bako.
En Bako aprendí a ser un observador paciente de la naturaleza, a recorrer kilómetros de sendero en cualquier condición, a llegar a paradisíacas playas y no poder bañarme (había tiburones), a disfrutar de los sonidos de la selva, en definitiva, Bako me enseñó a vivir y entender un poco mejor la naturaleza. Y lo mejor que no lo hice sólo, sino con Gaetan. Pasamos unos días fantásticos.
La estrella del parque nacional de Bako es el mono narigudo (Proboscis Monkey), un simpático mono con cara rosada y una nariz larga y llamativa.
Esta especie sólo se encuentra en Borneo, de ahí el reto de verlo.
Todo el parque gira en torno al Proboscis, los senderos y mapas te indican dónde poder verlo, las mejores horas y cómo debes comportarte, pero es naturaleza pura y los animales no entienden de horarios, ni de tu interés, ellos se dejan ver cuando quieran o cuándo tu les dejas porque pasas desapercibido.
En un día y medio, recorrimos 6 de los 10 senderos en busca del mono narigudo, pero apenas lo vislumbramos en alguna copa de árbol. Eso sí se les escuchaba a la perfección, aunque estaban tan altos que ni una foto se podía hacer.
A cambio de recorrer todos esos senderos, la naturaleza nos devolvió playas de ensueño, senderos de aventurero y miradores que te dejaban sin habla.
Sin embargo, tuvimos un golpe de suerte y cuando el desánimo nos podía por no encontrar al narigudo… muy cerca de donde comíamos, vimos un poco de revuelo de gente y era porque, ahora sí, había un mono narigudo muy cerca. Fue emocionante verlo y disfrutar de su imagen, realmente parece un peluche simpático. Parecía como que el Proboscis nos encontró a nosotros, afortunadamente.
Bako es un lugar para pasar 1 ó 2 noches, para sentirte amante de la naturaleza, para contemplar infinitos y bellos atardeceres, para caminar junto a enormes cerdos, macacos o murciélagos, para sentirte explorador o aventurero, para amar definitivamente Borneo.
Hola, estoy en Kuala Lumpur y me encantaria ir y pasar una noche en Taman Negara, pero no encuentro como ir y me dicen que no me recomiendan ir sola… que mejor no vaya 🙁 sabes ckmo podria ir, si hay alguna agencia que planifique un viaje en grupo o algo? Gracias!
Hola Marta.
La verdad que no se por qué te recomiendan no ir sóla, vi chicas viajando sola por toda Malasia y por Taman Negara. Aquí puedes leer nuestra experiencia y cómo llegar por ti misma
Respecto a la agencia, seguro que en los hostels organizan alguna excursión, pregunta en algunos, tienes muchos por Chinatown o la zona de Bukit Bintang.
Qué vaya muy bien. Saludos!