Tras el largo día anterior: «Una noche en la Plaza Roja», nos dimos un pequeño margen de horario para afrontar con plenas energías el largo día que se nos presentaba. Un buen desayuno en nuestro apartamento, mezclando productos locales (zumo y pan) con propios (jamón serrano, pavo, café), nos dio las energías suficientes para comenzar la jornada caminando por la gran Tverskaya, que nos llevaría directamente al Kremlin.

Tras una breve parada a cambiar algo de dinero (excelente cambio ofrecido en la mayoría de las casas de cambio que encontramos), caminamos los 2 kilómetros hacia la maravilla, donde empezamos a contemplar los grandes contrastes rusos (riqueza-pobreza), que se aprecian principalmente en los coches.

Llegamos sobre las 11:00 al Kremlin, donde vimos una primera gran cola en una de las entradas laterales de la Plaza Roja (la que se sitúa a la derecha del Museo), no era para las entradas del Kremlin, era para el Mausoleo de Lenin, gratuito, pero con muchos detalles reseñables en los que me detendré a continuación.

 

Las Torres del Kremlin

Al ver la larga cola al mausoleo, decidimos intentar comprar las entradas para el Kremlin (la idea principal era ver la armeria), recorrido que te hace pasar por el monumento al soldado desconocido, pero nos encontramos con varios puestos de entradas al final de los jardines, sin demasiada cola, sin embargo pudimos apreciar como la velocidad de las mismas era desesperante. En 30 minutos, apenas avanzamos 4-5 personas, así que decidimos abandonar esa misión y hacer la cola para el mausoleo de Lenin, ya que cerraba a las 13:00.

El mausoleo de Lenin: la “viva” historia de Rusia

La cola de entrada al Mausoleo fue de apenas 10 minutos, así que aunque veáis una gran cola, no os preocupéis, avanza rápido. Pasado ese primer control, comenzaron los inconvenientes, los cuales deben ser tomados muy en cuenta. El siguiente control es aeroportuario (con escáner y policía) y mucho más estrictos, debiendo dejar “todo” en una consigna que encontraréis a la izquierda del control, donde el consejo es dejarlo literalmente todo, móvil incluido, ya que no se permite pasar cámara ni móviles con cámara. De hecho, una especie de “niño-soldado” te lo recuerda cada minuto.

Ese segundo control de acceso al Mausoleo, avanza lentamente, así que tras 20 minutos pudimos comenzar la visita, donde el aire solemne te abruma, porque recorres muchas lápidas y tumbas antes de entrar, pero el verdadero plato fuerte está dentro.

Mausoleo de Lenin

Un par de escalones, un brusco cambio de luz (todo está muy oscuro) y unos militares que te miran con cara de “pocos amigos” y recomendando “no pararte ni hacer tonterías”. Tras unos segundos, allí está Lenin, iluminado tenuemente, pero que te transmite una sensación diferente, parece muy vivo, demasiado. Sales de allí con cara extraña, en mi caso con los pelos de punta. Visita muy recomendada, por cómo está organizado, por lo que significa y por cómo te sientas al salir. Y aún quedaba por saber que allí ha permanecido desde el 1 de agosto de 1924 a excepción de 1.360 días durante la II Guerra Mundial, cuando fue evacuado a Tiumén, en Siberia.

Los almacenes GUM y el intento definitivo para el Kremlin

Eran las 12:45, así que decidimos ir a los almacenes GUM, en plena Plaza Roja, para contemplar cómo eran las tiendas de lujo y el aspecto del centro comercial por dentro. La verdad que el lujo lo invade casi todo, con tiendas de todas las marcas importantes del mundo de la moda (no las publicitaré), aunque también hay algún puestecillo entre los pasillos, pero casi todo es lujo, aunque hay que decir que la decoración tanto exterior como interior está muy cuidada. Recomendado y además te ofrecen unos wc limpios y gratis, así que aprovechad esa oportunidad.

Almacenes GUM

Era el momento de volver a las taquillas del Kremlin, a ver si a la segunda intentona teníamos más suerte, pero antes decidimos reponer fuerzas, así que investigando entre los puestos de souvenirs, encontramos un puesto de bollería y pasteles que se vendían al peso. Y resultaron estar muy buenos, además de ser muy baratos, unos 200 rublos los 7 pasteles; los regamos con agua y ya estábamos bien preparados para volver a hacer cola en las taquillas.

Hay que decir, que volvimos a las mismas del primer intento, situadas dentro de los jardines. La situación volvía a ser parecida, no demasiada cola, pero avance muy lento, así que  viendo el panorama decidimos cambiar la técnica: distribución del grupo en las diferentes colas. Fue aquí cuando nos dimos cuento del “truco”, aunque había 2 entradas, las colas se unían en una y lo peor, el turno no se respetaba, era la ley del más fuerte. Así que aplicamos lo que vimos y tras avanzar en una de ellas (van más rápidas las más cercanas a la consigna y servicios), nos hicimos fuertes y conseguimos las entradas, sin embargo ya había pasado la hora para comprar las de la armería, por lo que optamos por comprar las de Campanario + Kremlin, con lo cual podríamos visitar todas los museos catedrales y además subir al Campanario de Iván el Grande. Lo que desconocíamos es que dentro de la Torre tendríamos una exposición multimedia de 1 hora…

Entrada Kremlin delantera

Ya con las entradas, subimos las escaleras hacia la entrada del Kremlin, que se hace por el puente situado justo encima de estas taquillas. De nuevo, control de seguridad tipo aeroportuario, pero menos severo que el del Mausoleo de Lenin, aquí salvo que llevéis una maleta, no os deberían poner problemas. Nosotros entramos con las mochilas, cámaras, etc.

El Kremlin: una maravilla que encierra mucha historia

Lo primero decir que se trata de un recinto mucho más grande lo que pensamos, compuesto por edificios oficiales, catedrales, torres y jardines y lo segundo que sólo se puede visitar una parte, puesto que el resto lo componen edificios oficiales: el Palacio del Senado, el Gran Palacio del Kremlin y la Escuela Militar, cerrados a los visitantes.

La parte más importante se suele decir que es la armería, que es justo lo que no pudimos visitar por el tema de las entradas (sólo las venden hasta 45 minutos antes de cada sesión),  pero la visita que realizamos del Campanario de Ivan el Grande unido a las catedrales, es muy interesante. El campanario marca el centro exacto de Moscú y cuenta con una llama eterna siempre encendida. Completado en 1600, tiene una altura de 81 metros. Como curiosidad, destacar que cuenta con 21 campanas dispuestas para sonar la alarma en caso de un ataque enemigo.

Panorámica Kremlin

La visita la comenzamos por la Torre, ya que tenía un horario específico y, aunque no lo sabíamos, viene motivado por las proyecciones de vídeo que te hacen en el interior; en concreto una por cada una de las 4 plantas que tiene, por lo que se tarda casi 1 hora en llegar arriba de la torre. Te dan una audio guía gratuita, no disponible en español, por lo que nos quedamos con la inglesa. La información y la proyección es muy interesante, enseñándote cado uno de los elementos que componen el Kremlin y detalles físicos que hay en cada nivel. Sin embargo, la cantidad de datos y la duración es excesiva, por lo que puedes salir muy saturado, aunque todo merece la pena cuando llegas al último nivel, pasas entre las grandes campanas de la torre y puedes divisar una de las mejores visitas del Kremlin y todo Moscú. La espera merece la pena, pero sentaros en el suelo en cada estancia, para no quedar agotados…

Plaza de las Catedrales

Tras bajar de la torre, era el momento de contemplar las catedrales, situadas en la llamada Plaza de las Catedrales, aunque en realidad se deberían llamar catedrales-museo puesto que son exposiciones más que centros de culto. En todas ellas, están disponibles unos grandes folios con explicaciones en todos los idiomas, incluidos el español.

Entramos en la Catedral de la Asunción (Uspenski) y en la Catedral del Arcángel Miguel (Arjánguelski), ambas muy interesantes, sobre todo para los amantes del arte. Destacamos el panteón de los zares y príncipes de Rusia en la Catedral del Arcángel Miguel, donde hay 54 tumbas y 46 lápidas de piedra decorada, con un período temporal de 400 años (1340-1730); en la Catedral de la asunción, destacan sus pinturas y sus mosaicos.

Tras visitar las catedrales, fuimos a los otros 2 elementos más reconocibles del Kremlin: el cañón y la campana del Zar. Aquí son obligatorias las fotos, por su impresionante tamaño, si me tuviera que quedar con alguno, elegiría la campana, que te hace ser más pequeño a su lado, aunque imaginarse a un cañón así funcionando, asustaría a cualquiera…

Campana en Kremlin

Mientras seguían haciendo fotos, seguía impresionado por las dimensiones del lugar, sus edificios, su significado, un recinto amurallado con 4 Catedrales en su interior, unas vistas privilegiadas, la Plaza Roja detrás, flanqueado por el río y jardines. Definitivamente cuando los zares y los príncipes decidieron en el siglo XIV que sería su residencia y todo lo que iban a tener en su interior, no tuvieron una mala idea… sino todo lo contrario, un recinto privilegiado: 4 palacios y 4 catedrales, en pleno centro de Moscú. Afortunadamente, en 1955 se decidió abrir al público y que dure mucho tiempo, poder visitar lugares así, es todo un lujo.

Acercándose la hora de cierre, decidimos salir de la historia rusa para volver al ambiente moscovita y que mejor que comer algo típico, así que caminamos hasta calle Arbat y nos dejamos llevar hasta el Mu-Mu (My-My). Tras la comida, pudimos contemplar la calle en todo su esplendor, muchos artistas callejeros: músicos, mimos, pintores, muy auténtico… y llegamos hasta el final, donde el gran edificio del Ministerio de Defensa, te recuerda donde estás, en lo que era hasta hace no mucho, el imperio soviético, el comunismo en estado puro.

Un atardecer perfecto entre cúpulas doradas

Con la caída de la tarde, volvimos hacia la Plaza Roja para contemplarla con la caída del sol, ya medio habíamos “olvidado” que la Plaza estaba en obras. De nuevo, sesión intensa de fotos a la Catedral de San Basilio, porque no te deja otra opción. Caminamos un poco más y llegamos hasta el puente que nos permitía ver el Kremlin, el río, San Basilio, la Plaza Roja, la torre del reloj, incluso al fondo se apreciaba la iglesia de Cristo Salvador. Esa estampa la tengo guardada, porque el Sol comenzaba a esconderse entre las escasas nubes, las torres del Kremlin lo ayudaban y las cúpulas doradas brillaban con más intensidad aún, sólo quedaba esperar el momento, respirar hondo y disfrutar del momento.

Catedral de San Basilio

Así lo hicimos y algunas de las más bellas postales del viaje fueron tomadas allí, durante una hora, que pasó veloz, fugaz, porque no quería que acabara, que el Sol no se escondiera definitivamente, pero lo hizo y nos indicó que era el momento de regresar al apartamento…

Puesta de Sol en Moscú

Aquí termina nuestro día en la Plaza Roja y el Kremlin, que debe ser complementado con “Una noche en la Plaza Roja” para una visión completa. Al siguiente día, fue el momento de coger el tren Moscú-San Petersburgo y vivir uno de los momentos más divertidos del viaje, pero eso es otra historia, para otro artículo… pero habíamos llegado a nuestra 10ª maravilla y eso debía quedar para el recuerdo.