Neuschwanstein desde Marienbrucke

El día, 21/04/11, comenzó a las 7:00, tras una larga noche, que deparó grandes momentos que serán contados en la crónica completa. Ayudado por la alarma, abrí los ojos por la cantidad de luz que se nos colaba por los enormes ventanales del salón…y pensé: «Hoy es el día», ése por el que llevo soñando y preparándome desde hace 4 meses. Sinceramente, nunca pensé que todo saldría tan bien, pero fue así. Aquí comienza la crónica de un día en el Castillo de Neuschwanstein.

Neuschwanstein desde Marienbrucke

Al tener que recoger los tickets antes de las 9:05 (hora de nuestra reserva por internet), habíamos informado al grupo de la necesidad de ser puntuales más que nunca, no podríamos llegar tarde o el día se nos complicaría. Y el grupo cumplió a la perfección, a las 8:00 todos desayunamos y a las 8:30 los 3 coches que alquilamos estaban dispuestos para salir. Salimos del hotel e hicimos el siguiente recorrido:

Mapa Fussen Castillo

Tras 10 minutos, estábamos aparcados en el P1 de la explanada previa a los castillos, donde nos recibió un alemán vestido de tirolés muy simpático. Pagamos los 5€ por coche y nos dispusimos a buscar el Ticket Center (a 5 minutos caminando desde el P1 y a 3 min desde los otros Ps).

Entregamos nuestra reserva para 16 personas y conseguí que fueran 15 (los que éramos), la chica muy amable nos indicó cuáles eran nuestras horas de acceso a los 2 castillos: 10:05 para Hohenschwangau y 12:10 para Neuschwanstein. Lo habíamos conseguido, 21W visitaría su 7ª maravilla y además acompañado de un grupo de 14 personas. Fue un momento para el recuerdo.

Grupo 21W Entrada Neuschwanstein

Eran las 8:55 y ya teníamos nuestras entradas, así que fuimos caminando tranquilamente hacia Hohenschwangau, castillo construido por  Maximiliano II, el padre de Luis II. El trayecto, caminando relajadamente, es de 15 minutos. La espera que hicimos antes de entrar, unos 45 minutos, la pasamos fotografiando el entorno, charlando, descansando o viendo cosas en la tienda de souvenirs. Como teníamos marcado en nuestra entrada, a las 10:05 apareció nuestro turno, el 125, y entramos a Hohenschwangau. La visita dura 30 minutos, donde se pueden visitar unas 7 estancias del castillo y con una narración en castellano en cada una para entender parte de la historia y los detalles de la estancia. Nos gustó, pero esperábamos más… y eso estaba unos metros más arriba: Neuschwanstein.

>Camino Acceso Hohenschwangau

Eran las 10:40 y el grupo decidió dividirse para subir a la maravilla. Algunos caminamos, otros tomaron el autobús. El trayecto caminando es muy agradable y apto para casi todos los visitantes; los del autobús, tuvieron que esperar unos minutos para tomarlo (había bastante cola) y luego caminar desde el Marienbrucke hasta la entrada (unos 10 minutos). Los que fuimos caminando, hicimos una gran subida en ritmo (30 min caminando), sobre todo las chicas (que estuvieron extraordinarias) y pudimos hacer una breve parada en el restaurante a los pies del castillo para tomar un refrigerio.

Caminando Castillo Neuschwanstein

Unas cervezas, coca-cola y patatas fritas hicieron que la subida mereciese la pena. Ya estábamos a los pies del castillo, la vista y el lugar impresionan. Es extraordinaria su situación.

Eran las 12:00, nos quedaban 10 minutos para nuestro turno, así que otras cuantas fotos y a esperar nuestro Tour: 450. Cuando pudimos acceder, he de reconocer que sentí mucha emoción cuando los muchos visitantes miraban nuestras camisetas de 21W.

21WEntradaCastillo

A las 12:15, estábamos dentro y, tras recibir nuestro audio guía en español, empezamos la visita. Con la pena de no poder fotografiar las estancias, ya que está prohibido dentro del castillo, intentamos estar atentos a todos los detalles de las pocas estancias que se pueden visitar en el interior.

El interior es mucho más espectacular que en Hohenschwangau, siendo la habitación de Ludwig y el salón, los puntos principales del castillo. Justo después del salón, podemos disfrutar de unas magníficas vistas hacia Marienbrucke y hacia Hohenschwangau. Esta fotografía se te queda en la retina, hasta que empiezas a lanzar fotos para que quede en tu recuerdo. Las terrazas y balcones del castillo, son increíbles, por su lugar, pero sobre todo por la visión que te ofrece. Llegas a sentir que estás en otra época, en otro momento, incluso comprendes porque llegó a estar loco Ludwig…

Vista Castillo Neuschwanstein

Tras disfrutar de las vistas, bajas hacia una parte de museo que tiene el castillo, donde se puede observar una maqueta preciosa de Neuschwanstein y unos cuadros donde se aprecia toda la historia de su construcción; aunque subiendo la cuesta de acceso uno empieza a ser consciente de la dificultad de su construcción, cuando ve la cronología y los bocetos siente que todo eso fue una locura de la época, idea de un genio y obras de los mejores arquitectos de la época. Incluso, se entiende porque Disney basó su castillo en esta maravilla del mundo.

Maqueta Neuschwanstein

Con la tienda de souvenirs finaliza la visita al castillo, pero aún quedaba lo mejor: ver el castillo completo desde Marienbrucke (y su acceso), es el punto culminante a una visita que es a todas luces, imprescindible. Hay que reconocer que el acceso al puente, es algo intenso (15 minutos cuesta arriba), pero merece la pena, y lo considero tan importante como lo es ver el castillo por dentro.

Llegados al puente de María (Marienbrucke), situados a 100 metros de altura y con una anchura de unos 3 metros de puente, se pueden hacer las mejores fotos del castillo completo, ésas que hemos visto en todos los libros y páginas. La diferencia es que ahora eres tú mismo el que realiza esa foto, esa postal para el recuerdo. Son unos minutos mágicos los que se pasan en el puente. Luego, realizamos el camino inverso del puente a la entrada del castillo, donde también se toman unas fotos increíbles.

Con todo documentado, procedimos a hacer unas cuentas compras en el kiosco de souvenirs de la entrada: poster y taza, fueron los míos. Es reseñable la mujer tan simpática que lo regenta, que habla alemán, inglés, italiano, incluso se atreve con algo de castellano. Compras realizadas, nos quedaba alimentarnos y lo hicimos en el puesto de comida que hay al lado del restaurante, por unos 10 € (comida + bebida), degustamos unas salchichas y cervezas, para que nos dieran fuerzas para afrontar la bajada.

El grupo fue valiente e hicimos todo el descenso a pie, buena decisión, porque se puede acortar para ir al parking a recoger los coches. Tras 15 minutos, llegamos a los coches y empezamos a decir adiós a lo que ha sido la 7ª maravilla de 21Wonders, la 1ª visita en grupo.

[Todo lo que pasó después es independiente de la visita a Neuschwanstein, pero, por su cercanía, y lo bien que salió, recomiendo hacer nuestro mismo recorrido si disponéis de coche]

Eran las 15:00, hicimos parada técnica en el hotel y empezamos lo que sería la primera parte de la ruta romántica: Iglesia de Wies, Oberammergau y lago Plansee. Ahora podíamos observar la maravilla desde la carretera, en su paradisíaco enclave.

Neuschwanstein desde la carretera

Tras 25 minutos, llegamos a la iglesia de Wies, que te impresiona por sus dimensiones y su destacado aspecto rococó. Está bien, pero por el entorno que tiene, con nieve tiene que ser mucho más espectacular.

Iglesia de Wies

De Wies, nos encaminamos a Oberammergau, un pueblo que destaca por los frescos en sus fachadas, aunque nosotros siempre lo recordaremos por el «Hotel Wolf» donde pasamos una hora magnífica, degustando una cerveza Paulaner (que pasará al recuerdo) y arreglando el mundo por otro lado. Recibimos un trato estupendo, queda apuntado para volver.

Oberammergau

Era hora de volver al hotel, pero 21W tenía preparada la última sorpresa del día: el lago Plansee. En el camino de regreso desde Oberammergau, nos introducimos en Austria (lo que encantó al grupo) y fuimos por una carretera de doble sentido que transcurre paralela al lago Plansee. Estaba anocheciendo y todos estábamos cansados, pero la estampa era de cuento. Hicimos una parada para registrar el momento, donde hicimos la mejor foto grupal del viaje.

21W en el lago Plansee

Como gusto tanto, prometimos volver al día siguiente (cosa que se cumplió, con baño incluido). Ya eran las 20:30, por lo que fuimos directos a nuestro lugar de cena, la pizzería Roma Cittá, adonde habíamos prometido ir la noche anterior tras dejarnos hielos (todo un reto a las 21:00 del jueves). Tuvimos una cena algo accidentada, porque nos atendió un camarero algo «distraido», que se le olvidó varias veces nuestro pedido; pero en honor a la verdad, la comida estaba muy rica. Lo recomiendo, pero no seáis 15, ni os sentéis arriba, por lo demás, buen sitio.

Eran las 23:00 y el cansancio nos hacía mella, pero queríamos conocer algo de Füssen, así que nos adentramos en sus calles, casi todo parecía desierto (como le había leído a Sele en su crónica). El grupo decidió ir a tomar algo, para cerrar un gran día. Así que, tras una pequeña investigación dimos con «The Club»; ahí en la puerta estaba Aneta, una simpática alemana, que hablaba perfectamente castellano (6 meses en España) y nos informó de que toda la vida nocturna de Füssen se reducía a ése y otro local.

Nos animamos y entramos. El sitio no tenía desperdicio y nos recibió con un temazo de Limp Bizkit, lo que hizo que me entregara en cuerpo y alma. Ya dentro, descubrimos que Aneta venía con un amigo (un Joaquín Sabina alemán) que nos invitó a unos chupitos de tequila. Todos bebimos y celebramos… porque además se acercaba el cumpleaños de un viajero, el gran J. Mendoza. Devolvimos la invitación, pero con Jägermeister, que tomamos con un ascendere/descendere mítico.

Jägermeister

Luego vino el momento canción de cumpleaños, en alemán, en español, incluso en italiano. Y mientras que todos estábamos a lo nuestro… alguien se estaba enamorando, pero eso es historia para otros lugares.

Eran las 0:15 de un sábado 23 de Abril que pasará al recuerdo de todos los allí presentes. Decidimos retornar al hotel, porque queríamos aprovechar el sábado, quedaba mucho por hacer… aunque antes de irnos a dormir, un precioso cielo estrellado nos daba las buenas noches en Füssen, Alemania, en el centro del mundo.

Así termina el relato de un día en Neuschwanstein, con la felicidad de haber llevado a 15 personas a ver una de las finalistas a maravillas del mundo y con la satisfacción de que no fue un día cualquiera, sino que fue un ‘wonderful day’.

Grupo de 21W en Neuschwanstein