Pinceladas de sueños y realidades en Tailandia y Camboya
Cierro los ojos y siento que estoy soñando en algún lugar del sudeste asiático… entre las intensas calles de Bangkok, sintiendo sus olores, disfrutando de las sonrisas de sus gentes, comiendo en algún puesto callejero o tomando alguna copa en el rascacielos más exclusivo de la ciudad. Vértigo al pensarlo, es sentirse realmente en un bar en el cielo.
Y continúo soñando, esta vez perdiéndome entre mercadillos, callejuelas y trenes regionales, todo ello para llegar a una perdida vía de un tren, donde se venden todo tipo de cosas cuando el tren no pasa. Incluso sueño que me tomo un coco y se vende marisco. En algún momento, el mercado pasa de una vía de tren a ser flotante, ahora las barcas flotantes son los restaurantes y se debe pasear por el canal para entender mejor todo aquello.
El sueño continua a toda velocidad, llegando ahora a Camboya, donde los niños sonríen de alegría y tristeza a partes iguales. Es un oxímoron perfecto. Y a ritmo de tuk-tuk llegamos a nuestro primer paraíso. Algo de relax, sonrisas y diversión. Me encantan los sueños que te hacen sonreír cuando crees que estas despierto.